A las tres y pico de la mañana, se escucha una puerta que encaja perfectamente en la penumbra de mi ventana. A las tres y pico de la mañana se abre una puerta que no es mi puerta, y desaloja a los visitantes, pateándolos arriba, donde se guarda la lluvia. Solo porque el sonido sube, y las gotas caen. Y yo todavia no me dormí.
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