Mi esperanza de haberlo salvado desaparecía, a medida de que su piel áspera y de pájaro, cerraba su ojo. Si pudiera explicarte como me miraba y latía, cuando lo salve de las garras. Con ese observar de ónix que tienen los pájaros; Con el ojo mojado me miraba y corría al cielo. Porque los pájaros ya saben volar.
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